
30 Abr Como la cola al perro, como la sombra al cuerpo
En el Archivo de López Contreras reposan papeles y boletines del PDN clandestino liderado por Rómulo Betancourt pero, también, volantes y hojas mimeografiadas que corrían por cuenta de los comunistas criollos, especialmente de parte del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista venezolano. Nada tiene de extraño que este tipo de literatura llegara a oídos del presidente y, mucho menos, que López conservara personalmente copia de material tan inflamable.
La pieza que a continuación se presenta, tomada del Archivo de López, se ve inscrita dentro de un contexto muy particular. Nos referimos a las consecuencias que habrían de derivarse de la firma del Pacto Nazi-Soviético de agosto de 1939 y la forma en que esto ataría aún más de manos a los voceros de las distintas seccionales del Partido Obrero Mundial, incluyendo desde luego a su capítulo venezolano. Si la política exterior voceada por el PC criollo se vería tachada de “seguidismo” y de entrega incondicionada a Moscú por parte de sus rivales de la izquierda no adscritos a la III Internacional, el caso de la guerra soviético-finlandesa podría aún más a prueba la capacidad de justificar los pasos emprendidos por el mariscal Yosef Stalin.
Un mes después de la firma de tal pacto, el ejército alemán se haría cargo de lanzar su Blitzkrieg contra Polonia (1 de septiembre de 1939). Para mediados de ese mismo mes, el Ejército Rojo ocuparía parte del territorio polaco. Dentro de los planes de Stalin no sólo figuraba la ocupación de la Polonia oriental sino la creación de una esfera soviética que comprendiera las repúblicas del Báltico –Lituania, Estonia y Letonia– pero también Finlandia. Como bien lo observa el biógrafo de Stalin, Robert Service, el problema con Finlandia, la cual mantenía nexos diplomáticos estrechos con Alemania, es que no se hallaba dispuesta a capitular ante semejante hegemonía. De allí que Stalin optara por alentar la formación de un gobierno finlandés pro-soviético “a la espera” confiado, como habría de verse en noviembre de ese año 39, en que el Ejército Rojo lograra adentrarse en territorio finlandés y alcanzara sin mayores inconvenientes su capital, Helsinki. Contrario a los cálculos hechos por Stalin, 127 mil soldados del Ejército Rojo perecerían durante esa campaña de invierno contra los finlandeses. A consecuencia del Pacto Nazi-Soviético, los comunistas criollos se verían sometidos a un aislamiento mucho mayor al habitual, tomando en cuenta que la lenidad que garantizaba tal pacto le permitiría a la URSS emprender una serie de acciones militares en Ucrania, Bielorrusia occidental, Besarabia, Polonia, los Países Bálticos y, como se ha dicho, Finlandia.
De hecho, según lo sostiene Manuel Caballero, el Pacto Nazi-Soviético aventaría a los comunistas locales a un gueto mucho más cerrado del que habían experimentado hasta entonces. Más aún, las implicaciones de ese pacto, que presuponía la neutralidad soviética ante la agresión nazi, servirían de excelente pretexto a fin de que dirigentes como Rómulo Betancourt se distanciaran en mayor grado de la matriz marxista. A esas alturas, como, también lo sostiene Caballero, la “separación de cuerpos” de Betancourt con los comunistas resultará aún más vital. Sería precisamente Betancourt quien, al resumir la actitud de los comunistas criollos frente a los dictados de Moscú, señalara que éstos seguían tan a pies juntillas la política exterior soviética como lo hacía “la cola al perro, como la sombra al cuerpo”.
De hecho, en diciembre de ese mismo año 39, cuando Betancourt pronunciara un discurso ante el VI Congreso Socialista de Chile en su condición de exiliado y se refiriera en uno de sus giros al “legítimo repudio a las agresiones de los estados fuertes contra las naciones débiles, sea cual fuere la etiqueta ideológica del país agresor”, la versión taquigrafiada puntualizaría lo siguiente: “aplausos interrumpen al orador y se escuchan vivas a Finlandia”. Unos meses más tarde, aún desde la capital chilena y en carta a “Abi”, “Ras” y “Cojo” (seudónimos de Valmore Rodríguez, Luis Augusto Dubuc y Antonio Léidenz), el propio Betancourt apuntaría lo siguiente: “Escribiré con firma artículos en X y me propongo utilizar [el] caso [de] Finlandia para golpear duro y de frente”.
EGM
EL PARTIDO COMUNISTA DE VENEZUELA
ANTE EL MOMENTO INTERNACIONAL
Caracas, diciembre de 1939
Todos los órganos de prensa de la capital, haciéndose eco de las noticias trasmitidas por la UP y la AP del capitalismo yanqui, y “Havas” del gobierno fascista francés, han desencadenado una campaña de odio y calumnias contra la Unión Soviética, el único país gobernado por trabajadores.
Ayer el pretexto era Polonia, hoy es Finlandia. Ésta [a]parece como modelo de República Democrática donde todo es abundancia y felicidad para las clases populares, donde los terratenientes y aristócratas son unos mansos corderos. Nuestro pueblo, mantenido en la ignorancia sobre las luchas de los otros pueblos, por los mismos que hoy les confeccionan los platos anti-soviéticos, tiene derecho a conocer la verdad.
Un poco de historia
Finlandia era parte de la Rusia zarista, sufría bajo el yugo del zarismo. Al hacerse la Revolución Proletaria en Rusia, el gobierno soviético, por boca del propio Lenin, otorgó la independencia a todas las repúblicas del Báltico y todas ellas –Finlandia, Lituania, Estonia y Letonia– se confederaron libremente con la Unión Soviética. Sin embargo, Finlandia se separó de la Patria socialista. ¿Cómo se realizó esta independización? No somos nosotros, a quienes se nos tacha de parcializados, los que vamos a hablar: es el propio imperialismo inglés por medio de su Enciclopedia Británica. Ésta dice así:
Los social-demócratas finlandeses (el partido de la mayoría en las dos ramas del Parlamento), casi todos ellos “maximalistas” (bolcheviques), cifraron su fe en el futuro de sus relaciones con Moscú…Un ejército blanco, precipitadamente organizado por el barón Mannerheim, resultó impotente para mantener el orden. Suecia rehusó ayudar, pero Alemania no vaciló. Inicialmente envió una división de 12.000 hombres al mando del general Rudiger. La victoria alemana sobre los rojos contribuyó a la victoria decisiva de Mannerheim en Viborg, el 28 de abril de 1918; y el 27 de junio del mismo año cayeron prisioneros de guerra 73.915 rojos, entre ellos, 4.600 mujeres. Pero el terror de las insurrecciones rojas condujo al contra-terror blanco. Unos 15.000 hombres, mujeres y niños fueron masacrados.
Fue así como los terratenientes finlandeses y los barones alemanes “independizaron” a Finlandia, con esa pequeña masacre cuyas cifras deben ser conservadoras por partir del imperialismo inglés. Esa “independencia” es la que han
sostenido los terratenientes durante 20 años y quieren seguir sosteniendo.
¿Quién es el barón Carl Gustav Emil Mannerheim?
Nuestra prensa lo presenta como un “caballero democrático”, como el libertador de Finlandia, quien no vive sino para la independencia de la misma. En verdad, ¿quién es este señor? Los Mannerheim, de ascendencia sueca, empezaron a figurar en la corte del Zar después de que Rusia se apoderó de Finlandia en 1809. El barón fue enviado a dirigir las escuelas de los cadetes zaristas, y era tan grande su amor por el pueblo que, como gratificación, fue escogido como uno de los dos oficiales que acompañaron al altar al zar Nicolás. Mannerheim fue el oficial zarista en la guerra ruso-japonesa; en la Guerra Mundial [1914-1918] ya era general zarista.
Cuando el gobierno soviético dio la independencia a Finlandia, los terratenientes se asustaron de las aspiraciones populares y nombraron regente a Mannerheim para que asegurara el orden. Ya sabemos cómo lo aseguraba Mannerheim. A su brutalidad contestaron los trabajadores con un alzamiento popular, y este Mannerheim, loco amante de la independencia, no vaciló en llamar a las tropas alemanas cuando fue necesario para aplastar al pueblo finlandés que se defendía de la explotación de los terratenientes. [Este] es, a grandes rasgos, el Gran Demócrata que nos presenta la prensa. (…) El Ejército Rojo no va a la conquista de territorios. Marcha en ayuda de los obreros
y campesinos finlandeses, quienes, después de aplastar a sus opresores, arreglarán fraternalmente con la URSS la seguridad de ambos países.
La campaña de calumnias continuará
La reacción mundial seguirá arrojando muchas paletadas de estiércol en forma de letras de imprenta en contra del País del Socialismo. Las más viles calumnias seguirán siendo levantadas contra el Ejército Rojo. Los fariseos internacionales, como los socialistas franceses que dan poderes dictatoriales al burgués [Édouard] Daladier, seguirán hablando de “la traición a la revolución”. Los trotskistas, que han pasado 20 años reclamando la marcha del Ejército Rojo sobre Europa, continuarán gritando contra el “imperialismo de Stalin”.
Muy justificable es esta alarma de la reacción mundial. La suerte de los terratenientes y capitalistas de [la] Polonia sovietizada la tiene asustada, y por eso sus lacayos vociferan.
Pero esta misma vociferación es la que permite medir la fidelidad del gobierno soviético y de la Internacional Comunista a la causa de los trabajadores del mundo.
Caracas, diciembre de 1939.
EL BURÓ POLÍTICO DEL C.C.
del Partido Comunista de Venezuela