27 Jul «EL QUE QUIERA PECES…»
Resulta de sobra conocido el hecho de que durante el quinquenio de López Contreras (1936-1941) fue cuando se formularon por primera vez programas destinados a la acción económica con el propósito –tal como lo precisa Tomás Enrique Carrillo Batalla, estudioso de la política monetaria y fiscal de López– de “fortalecer y estimular los factores de producción”. Esta premisa de acción llevará al hasta entonces rudimentario e incipiente proceso de industrialización del país a transitar unos cuantos pasos más, sin alcanzar a exhibir desde luego la robustez que implicaría que el Estado contase, como lo haría ya a partir de Medina Angarita y para tales fines, con la Junta de Fomento y luego, a partir del advenimiento de la Junta Revolucionaria de Gobierno, con el brazo de lo que significaría la Corporación Venezolana de Fomento. Pero tampoco puede perderse de vista que de la gestión de López data la creación del Banco Industrial de Venezuela, ente que habría de canalizar, desde entonces en adelante, parte importante de los créditos que fuesen solicitados por el sector fabril nacional.
Se podría sintetizar esta política de fomento impulsada por el gobierno de López Contreras señalando que, entre 1936 y 1941, se otorgaron primas de exportación y compensación a los productos nacionales con perfil exportador; se fortaleció el Banco Agrícola y Pecuario; se hicieron aportes de peso a la ganadería industrial; se financiaron por cuenta del Estado las cosechas de sarrapia; se dio aportación a la Caja Agrícola del Cacao; se inició la política crediticia a favor de la industria de los lácteos; se otorgaron préstamos destinados a la refacción pecuaria y se extendieron créditos a los cultivadores de arroz.
Otro tanto podría decirse acerca de la creación de las llamadas Cajas Rurales y la forma como su funcionamiento se vio garantizada también a través de una activa política crediticia por parte del Estado. Asimismo, se dio comienzo a la política de irrigación en los estados Aragua y Carabobo; se importaron plantas para beneficiar arroz; se establecieron los primeros silos para el almacenaje y conservación de cereales; se inició, a través del Ministerio de Obras Públicas, la construcción de canales de riego; se le dio mayor consistencia orgánica al Instituto Nacional del Café y se procedió al levantamiento del primer censo cafetero; se crearon estaciones de monta, así como granjas algodoneras, estaciones experimentales de papas, estaciones frutícolas y centros experimentales de trigo. Toda esta información se halla recogida en las Memorias del Ministerio de Fomento y de Agricultura y Cría correspondientes al periodo en cuestión.
Lo curioso es que, aparte de algunas referencias que existen en tales memorias relativas a la creación de centros piscícolas, es poco lo que se menciona acerca del desarrollo de la industria pesquera a nivel nacional. De allí que estimemos de interés el memorando que a continuación se ofrece y que, aun cuando no lleva fecha ni firma, todo hace suponer que se veía dirigido al presidente en persona.
Varias cosas de relevancia se deprenden de dicho memorando: por un lado, el intento por animar a que los industriales criollos incursionasen en este ramo de la producción; por el otro, la imagen de un Estado que no se sentía competente, o que aún se mostraba tímido, a la hora de emplearse a fondo como agente industrializador (“el gobierno no podría establecer la industria, puesto que eso se aparta de su misión”, precisa el memorando en cuestión). Pero también se desprende de su lectura lo que podía significar la aportación de capital estadounidense al desarrollo de la industria pesquera una vez concluida la Guerra Mundial y, no menos, una apreciación muy crítica acerca de la producción venezolana de pescado en conserva, cuya “inferior calidad” –al decir del memorando– era atribuible “al descuido o deseo de hacer utilidades excesivas por parte de los industriales [nacionales]”.
Lo único que lleva a dudar que el memorando corresponda exactamente a la gestión de López, y no a la de su sucesor, es la referencia explícita que allí se hace acerca de la Junta de Producción de Guerra (o War Production Board, WPB), agencia que fuera creada por decisión ejecutiva de Franklin D. Roosevelt en enero de 1942.
En todo caso, no es la primera vez que esta clase de dudas se hayan presentado; en una entrega anterior, dedicada al tema de la Guayana Esequiba, también hubo razones para suponer que la pieza allí exhibida parecía corresponder más bien al quinquenio inconcluso de Medina. Pero lo relevante es que este memo, en su versión original mecanografiada reposa, por alguna razón, en el Archivo Personal de López Contreras.
EMG
Memorándum
De la conversación tenida con varios representantes de la War Production Board sobre la industria pesquera en Venezuela (sin fecha ni firma)
Una comisión de la War Production Board me visitó en el hotel Waldorf, en New York, para tratar sobre esta materia, pues consideran que la industria pesquera puede desarrollarse rápidamente en Venezuela con grandes beneficios, no tan sólo para nuestro país, sino también para los Estados Unidos.
Parece que ellos tienen la impresión de que nosotros no procedemos con la suficiente actividad. Les hice saber que ya el gobierno había hecho todos los estudios requeridos, para cuyo trabajo contrató [a] varios expertos en los Estados Unidos; que nos hallábamos dispuestos a prestar toda la colaboración necesaria a fin de que la industria se desarrollase rápidamente y que estábamos fomentando, entre particulares, la creación de empresas que se dedicaran a este trabajo. Les hice ver que el gobierno no podría establecer la industria por su cuenta, puesto que eso se apartaba de su misión; pero que se prestaría toda la colaboración que estuviese al alcance de sus posibilidades. Les hice saber que un grupo de capitalistas estaba dispuesto a invertir hasta Bs. 3.000.000 para la fundación de una gran empresa, y sólo aguardaban [a] que se solucionase el problema de la obtención de sal pura a fin de evitar el peligro de putrefacción que ocasiona la sal que se obtiene ordinariamente en el mercado.
A este respecto manifestaron que el gobierno norteamericano estaría dispuesto a suministrar la maquinaria adecuada a objeto de que el gobierno de Venezuela pudiese establecer una planta de esterilización en las Salinas de Araya, la cual sería de gran utilidad, no tan sólo para la industria pesquera sino también para la industria de queso. El Ministerio de Hacienda les despachará muestras de sal con el propósito de obtener [un] informe completo acerca del procedimiento que sea menester adoptar para poder suministrar sal pura.
Me hablaron también acerca de las malas condiciones en que estaban preparando el pescado enlatado en las diferentes plantas que existen en el país. Ellos creen que una vez terminada la guerra, nuestro pescado enlatado no tendrá mercado por ser de inferior calidad, y que esto se debe únicamente al descuido o deseo de hacer utilidades excesivas por parte de los industriales.
Ofrecieron enviar, si los industriales así lo desean, un hombre capaz para que les indique los procedimientos que deben de seguir a fin de obtener un producto de primera calidad. Este informe ya se le pasó a la Compañía Anónima Industrial de Pesca y se le dará también a las demás empresas existentes en el país. Copia de este Memorándum se pasa también al señor Ministro de Agricultura y Cría y al señor Ministro de Fomento.